martes, 19 de junio de 2007

EL CASO Y LA CODORNIZ

Ya son pocos los que se acuerdan de estas dos revistas. Y no porque las hayamos olvidado sino porque los que las disfrutamos o padecimos, según gustos, han ido cayendo poco a poco, respetando eso que se llama "ley de vida". Que viene a ser, más o menos como morirse.

Y digo padecimos refiriéndome a El Caso. Revista truculenta donde las haya. Llena de sucesos macabros y espeluznantes, donde, lo que se exponía, eran esos casos tremendos de crueldad y fiereza entre españoles.

Eran esos casos de violaciones, asesinatos robos con víctimas, donde quedaba expuesta la condición humana bajo mínimos. En su más alarmante crueldad.

Yo, personalmente, no padecí esta plaga porque no formaba parte de mis lecturas habituales. En aquellos tiempos, ser lector de El Caso, era la última palabra del credo. Era el amén de haber llegado a lo más bajo que se puede ser como lector. Todavía más que si leías a Rafael Pérez y Pérez y sus novelas de amor.

El Caso se quedaba para esa clase de gente que leía despacito y moviendo los labios y que recibía un impacto emocional que le duraba hasta la lectura del ejemplar siguiente.

Cada revista tenía su público, como sigue pasando en estos días. Ahora seguimos teniendo a la gente diferenciada en sus gustos.

Devoradores de cine porno, gore, de acción o de aventuras .Seguidores o detractores de Santiago Segura y sus oscuros personajes... El cine español de hace cincuenta años, también tiene su público.

Igual pasa con la música. Los que ignoran la música moderna y los que viven por y para ella. El que disfruta en los conciertos, el que odia la ópera y los que, con lo que más se emocionan, es con el Chocolatero, tocado por la banda de su pueblo detrás de una cabalgata de feria. Todo es respetable. Para gustos se hicieron los colores.

¿Que por qué me acuerdo ahora, a estas alturas, de la revista El caso, ya muerta en mi memoria? Porque pienso que, ahora, hoy en día, una revista como esta, no vendería ni un solo ejemplar Y no es porque ahora no exista esa clase de gente, casi analfabeta, que necesita constatar que los humanos somos, a veces, como fieras. Peor que fieras.

Y claro que sigue existiendo y seguirá por los siglos... Entonces...

Pues que la revista El Caso no tiene porqué estar en los kioscos. Está ya en todos los telediarios..
Ni siquiera sé si son los mismos editores. Pero no. Por los años pasados serán los hijos o los nietos. En todo caso, herederos suyos que no quieren que se pierda este filón cultural

Los telediarios son ahora El Caso. Pero mejorado.

Ahora podemos ver, en el hospital, a la mujer con la cara quemada con ácido por su pareja. Las moraduras de un bebé de un año de las palizas que le dio su madre. Hay que aclarar que esto se presenta, con una gran delicadeza .La imagen de la cara del bebé está borrosa, para que no se reconozca. Ya es un detalle. Vemos cada día el charco de sangre del suicida. La casa de los ancianos quemada y palpable la miseria de cómo vivían... Las huellas del coche que mató a la niña. El coche destrozado en el cruce y potenciando la imagen de sangre de los muertos. El tren de un pueblecito de Ucrania que...
A eso de Ucrania o similares, recurren cuando no se completa el cupo de truculencia en España. Y eso que... rebuscando... En una nación de aproximadamente cuarenta y cinco millones de habitantes, contando los emigrantes... algo morboso se encuentra para llevar a los telediarios.
Digo mejorando porque las imágenes le dan más vigor a las noticias. Si a eso le añadimos que, a ese charco de sangre, a esa mano inerte que asoma entre la chatarra de un coche accidentado, a ese niño famélico y comido por las moscas, nos lo ponen a la hora de comer... En el telediario de las dos y media. Y si te escapas en el de las tres. Y si llegas tarde te pescan en el resumen de las más importantes noticias. Las de mayor interés.

Porque, parece ser, que esto es lo más importante que está pasando en España.

^Porque, parece ser, que es muy conveniente saber que, en España, hay gente que se comporta como fieras. Como cafres.

Porque, parece ser, que esto tiene una misión ejemplarizante, en el sentido de que la gente vea que todas esta tropelías pueden hacerse. Sin más. Y que incluso sirve para que, después de los hechos, una vecina salga a dar pelos y señales de cómo ocurrió la cosa, recreando el drama y saliendo en la tele.(Reina por un día).

Porque, parece ser, que es muy conveniente que los niños aprendan, bien pronto, cómo es el mundo que les ha tocado vivir

Y yo me pregunto;¿Para qué queremos El Caso ahora? Es como si tuviéramos cada día el extraordinario de Navidad. El que recopila los sucesos de todo el año. Y sin gastarnos un euro. Nos lo dan gratis en todos los telediarios. Y a toda horas.

Del título de este artículo está faltando La Codorniz. ¿Y que le pasó a esta pobrecilla? ¿Salió volando? Pues que me enredé con el tema de los telediarios.

Podría quitarla del título. Paro me comprometo a, el día que me apetezca, hablar de esta otra revista. Nos vamos a divertir más. Seguro.

1 comentario:

mia dijo...

Pues yo recuerdo perfectamente La Codorniz... que le encantaba a mis padres, y efectivamente, he esperado que hablaras de ella todo el tiempo...

Sabes??, es una pena darse cuenta hasta que punto tienes razón, y El Caso se ha elevado a la milésima potencia, y ahora lo tenemos todo el día en televisión, y sus versiones e tragedias menores y vergüenzas en otros programas varios fuera de los telediarios...

Es una pena que no tomaran como modelo La Codorniz para regir nuestro destino informativo diario, andaríamos igual de mal informados, pero nuestras endorfinas, estarían en máximos.