domingo, 7 de diciembre de 2008

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IMPOSIBLE CALLAR MÁS TIEMPO

Cuando, por puro entretenimiento, empecé a escribir y publicar estos artículos en mi blog, me comprometí voluntariamente a evitar tres temas que en principio me parecieron conflictivos .Titulé el artículo de mi compromiso "El autoveto" y los asuntos que suprimí de mis colaboraciones serían y han sido, Política - Religión y Sexo. (El último por pura ironía, como ya habréis comprendido ).

El asunto que hoy me ocupa se sale completamente de mi línea de colaboraciones. Mi línea, si es que se puede llamar así, han sido, tontunas sin fuste, sin pies ni cabeza y que tienen el único fin de pasar un rato fuera de los problemas, a veces angustiosos, que vivimos en estos tiempos.

Ya no sabemos como llamarle. Violencia de género, de sexo, doméstica. Tanto nombre inventado para definir una cosa "Barbarie"

No todas las pandemias son a causa de un virus. Esta es una a la que no le podemos buscar las causas en un microscopio, ni con un análisis de sangre, ni con una radiografía.

Buscar las causas del por qué ocurre esto sería interesante. Vendría a ser un gran paso en el proceso de eliminación, pero me temo que ni siquiera hemos encontrado el denominador común de estos bárbaros.

Miseria, incultura, marginación, alcoholismo, paro, celos, sadismo, prepotencia, locura, abandono y un largo etcétera .¿Es cada una de estas cosas ó es un poco de cada una? Están incluidas todas las conductas, todos los niveles sociales ,económicos y culturales.Nadie escapa a estas tragedias.

Cuando hace un par de días oía por la radio que en Suecia triplican esta clase de violencia que padecemos en España supe que los motivos son más de los que yo he enumerado.

Y en África. Y en Asia y...en el mundo entero.

Mi opinión, una más de las miles que se barajan, es que una de las causas, y no la única, claro, es el cambio que ha experimentado el papel que la mujer desempeña en la sociedad. Cambio cuantitativo y cualitativo.

Enorme cambio. Esto no podemos negarlo. Es como si se hubiesen movido de una manera brutal los palos, los mimbres que sostenían a la sociedad.

Los papeles, los roles adjudicados durante siglos y siglos a cada sexo, se vieron trastocados .Para muchos se perdió el rumbo. Y no solamente para los hombres, incluso para muchas mujeres se encontraron perdidas con este cambio.

En pocos años, digamos alrededor de cincuenta años, en no más de una generación la mujer ha pasado de ser comparsa a ser dueña de su propia vida. De ser mandada a mandar. Este desfase llevará un tiempo asumirlo.

Pero ¿Y mientras tanto? ¿Qué hacemos ahora?. ¿Cómo combatimos esta plaga?.

Medidas judiciales, políticas, sociales, policiales, de asesoramiento, de acogida...No bastan. Se está viendo que no son suficientes.

El que va a matar no le importa la ley que le prohíbe acercarse a su víctima. Al que va a matar no le interesa que la ley subió la condena..

La única que puede poner freno y no todo el necesario es la mujer. La futura víctima. No se empieza matando.

Lo mismo que el ladrón no empieza robando el Banco de España...Hay antes el coger algo en el colegio, en una tienda .Un tirón de bolso en la calle. Es un ir en aumento en el proceso de un algo que lleva dentro. El robar.

El asesino de mujeres ha sido antes un maltratador y antes un déspota y antes un grosero y antes un hombre sin atenciones, sin delicadeza en el trato con su mujer. Es fácil, relativamente fácil prever donde hay un sádico, un violento,. un asesino en ciernes.

Cuando vemos a esas pobres mujeres indefensas que no se atrevieron a denunciar a sus maridos por miedo, por terror, ya es tarde para aconsejarles que fue en los momentos en que fueron felices, en los que hubo amor entre la pareja cuando tuvieron que estar atentas a esos primeros indicios pasados por alto, los que, con el tiempo se hicieron tan violentos y ya tan sin remedio.

Me imagino que tras esas cifras espeluznantes de asesinatos y denuncias subyacen unas cifras que nos impactarían todavía más.

Mi compasión y mi simpatía para esas pobres mujeres víctimas sin culpa alguna.

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