sábado, 29 de diciembre de 2007

MARKETING.

Cuando se va a hablar de algo, lo primero que tenemos que saber es de lo que vamos a hablar. Esto lo dijo don J. Perogrullo en una de sus primeras intervenciones en público.

Ateniéndonos a lo dicho, yo, necesariamente, tengo que demostrar que sé lo que es el marketing.

Si me pedís una definición yo diría que es un "manejo psicoeconómico-" con dos finalidades: Ganar dinero y entontecer a la gente.

Con relación al dinero, el citado Perogrullo dijo que cuanto más mejor En relación al segundo fin, el éxito está siempre asegurado y de hecho, a veces, hasta la misma empresa se queda sorprendida

El marketing tiene tres pies: El cerebro el icono - y el imbécil

El cerebro: Suele ser un señor ( de alguna manera hay que llamarle) que normalmente no tiene un trabajo reconocido, no tiene una carrera que acredite unos conocimientos, no tiene estabilidad ni económica ni social en su entorno... pero si tiene una cartera de piel bastante cara (imprescindible) un coche de primera marca con aire acondicionado y catorce plazos por pagar y ropa de marca acreditada. Camisa de... zapatos de...gafas, zapatillas reloj de...

Estos puntos suspensivos los pongo porque yo no me se las marcas y no voy a ir tienda por tienda para ponerme al día

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Como trabaja poco, aunque eso sí, va siempre muy deprisa con un móvil "last fashion" pegado a la oreja y meneando la cartera, lo que si tiene es la cabeza muy despejada para tener ideas luminosas

. Tiene capacidad, eso no podemos negársela, para convencer a la gente a que ponga el dinero para llevar a cabo su negocio y que "el cerebro" nunca tiene.. ¿Conocéis a alguien de estas características? Me temo que si.

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Y ya tenemos el primer pié

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Segundo pié: El icono. Hasta hace poco, el icono era una imagen policromada de los ortodoxos griegos y rusos. (Yo lo sé por los crucigramas)

Hoy es otra cosa. El icono es el punto de mira donde se van a juntar todas las miradas y todas las excelencias habidas y por haber que acompañan a una persona o a un producto

Se va a decir hasta la exageración que es lo mejor de lo mejor. Se van a gastar cantidades ingentes (esto quiere decir muchísimos euros) en convencer a la gente de esto. Si la gente no se lo cree… Pues más "ingentes” hasta que se lo crea.

El icono producto ni se entera puesto que es una cosa. El producto persona se lo cree inmediatamente que es lo mejor de lo mejor.

Se eleva un metro treinta centímetros por encima del resto de los humanos y empiezan a hacer todas las tonterías que saben y que son muchas. Porque para eso son el icono como deportista, como cantante, como presentador, como actor de cine o teatro o como ”sex symbol”. (Antes se decía que está muy buena, pero yo eso no lo voy a decir porque es muy vulgar)

Cualquier sandez que haga el icono se verá como una genialidad y empezará a imitarse masivamente. ¡Y vaya si se imita!. A fuerza de hacer tonterías se vuelven un poco tontos. Pero es normal ¿No?

Y tercer pié: El imbecil. Si los dos primeros pies eran de un solo individuo, máximo dos o tres, este último es multitudinario. "Muchísimos ingentes" (Me ha encantado la palabra. Decidla y veréis que a gusto se queda uno).

Para ser imbecil no hay libro de instrucciones, que yo sepa Lo que no estoy segura es de si se nace o se hace. Con todo esto del ADN y los genes y los clones me estoy quedando muy atrás.

Creo que se hacen. Tienen que gritar mucho el nombre del icono con musiquilla y acompañamiento (Si es un producto, se compra pero no se grita) Tienen que tener paciencia para estar horas y horas a las puertas de los hoteles esperando la salida. Tienen que poner los ojos en blanco cuando se desgañitan y a ser posible llorar un poquito Los avezados pueden desmayarse si hay sitio para caerse sin que los chafen.

Pero todo esto no es nada comparado con el placer sublime de tocarle de refilón un brazo ¿Y si te firma preguntándote tu nombre?. Eso no se puede comparar a nada. Es una emoción que te marcará por vida. Tu ronquera, tu cansancio, tu sudada, tus empujones... ¡Le toqué un brazo!¡Sublime!

Sé seguro que nadie les dice lo que tienen que hacer, pero si todos hacen lo mismo tiene que haber una causa.

¡Ya lo tengo! Es contagioso. Porque ¿cómo es posible que un manejo tan burdo tenga tanto éxito? ¿Qué les dan? Nada. Porque las camisetas, las entradas a los espectáculos y las zapatillas que lleva el icono anunciando la marca... todo eso tienen que pagarlo los imbéciles (Bueno les llamo así pero me refiero al tercer pié que es también por llamarles de alguna forma.

¿Veis cómo al primer pié hay que llamarle cerebro? También podemos llamarle el montador de tinglados.

Y ¿por qué me suena ahora eso del tinglado de la antigua farsa?

1 comentario:

mia dijo...

Un besazo guapisima... y a sacar el jugo a este añito que tienes enterito para estrenar... :)