sábado, 23 de enero de 2010

ECUANIMIDAD


Cuando yo era pequeña, vísperas de ser pollita. Allá por la primera mitad del siglo pasado... (Madre mía que carga más dramática lleva esta forma de referirme a mi edad), en los colegios se nos enseñaba una serie de virtudes que teníamos, a la vez que practicar, aprender de memoria

.Eran enumeradas de corrido, como se aprendía casi todo en aquellos tiempos y que por cierto, se queda grabado de por vida..Virtudes con sus correspondiente oponentes. Contra pereza diligencia, contra envidia caridad, contra gula templanza...¿Os acordáis?

Después, al correr de los tiempos, vinieron los sicólogos levantando el veto a algunas de ellas, creando unas nuevas virtudes humanas, más acordes con las nuevas formas de vivir

Son ahora más flexibles, al menos no tan rígidas. Vienen estas nuevas a ser un "sé tú misma" aceptando tus defectos y queriéndote a pesar de ellos.

En mis tiempos, aunque se aconsejaba como una de las principales virtudes, la resignación, no figuraba en la lista, quizá porque no tenía un claro oponente, o porque no hacía buen papel en este casi verso armónico.

Hace días, a cuento de no sé qué, salió en una tertulia con mis amigas la retahíla de las virtudes y. enlazado con el tema, yo eché de menos la ecuanimidad. La encuentro, sobre todo para estos tiempos, indispensable

Y digo estos tiempos, porque en los antes citados, todo estaba reglado. Se sabía, sin lugar a dudas, positivamente, lo que estaba bien y lo que estaba mal.

Vidas cuadriculadas en su mayoría. Pocas posibilidades de tener y mantener opiniones que se salieran de lo ya establecido.

Hoy el mundo se ensanchó de tal forma que cualquier opinión es válida. Es aceptada .Cualquier forma de vida merece, como mínimo, nuestro respeto. A pesar de que algunas situaciones nos hagan sorprendernos de tal forma que oímos rechinar nuestras neuronas

Este respeto por lo tan distante a nosotros y esta aceptación, son los mimbres de la convivencia en el mundo.

Con tanto prolegómeno me voy a olvidar de lo que quiero hablar hoy. De las tertulias políticas.

Parece mentira que los tertulianos, en general, sean tan poco ecuánimes. Saber de antemano que Fulanito va a defender a capa y espada las ideas de su gente...Conocer, antes de que empiece a hablar, que Zutanita, cerrilmente defenderá a los suyos...Esto le quita interés a la tertulia.

Porque no todo es defendible. Porque ni en ninguna persona es todo perfecto e intocable, ni en ningún partido político todo son aciertos.

En general, cuando oigo tertulias políticas, a las cuales soy muy aficionada, bien en radio o en la tele, a lo que asisto es a un cambio enconado y empecinado de ataques, a un intentar llevar al huerto al enemigo hasta que reconozca los fallos

. Pero no se dejan .Nunca, o casi nunca, un tertuliano da su brazo a torcer. No usa de la ecuanimidad. No juzga con equidad. No se baja del burro de sus opiniones.

Ahora viene bien aquello de la paja, de la viga y del ojo que todos conocemos. Y ¡ay! Todos practicamos
El ver con tanta frecuencia estas situaciones me hace pensar, será porque soy mal pensada quizá, si lo que estamos viendo no es un cambio de impresiones, como sería menester, sino un discurso político subvencionado
..
Pasar de ser tertuliano a ser un mandado, con el cometido de defender a ultranza lo a veces indefendible y atacar al contrario hasta la derrota
..
Yo así no juego .A mí así no me convencen de nada .Yo así no aprendo nada

A los que nos gusta la política nos gusta otra cosa .Nos gusta oír a los partícipes defendiendo ideas con razonamientos, no con empecinamientos .Nos gusta saber las causas por las que se cometieron errores. Ítem más .Justificando razonablemente los fallos, que de ahí también pueden sacarse conclusiones y propósitos.

Pues bien .Esto es lo que quería decir de las tertulias. Esto es lo que yo pienso al respecto de ellas.
Hay algo más que no puedo dejar en el tintero .Lo que las hace empobrecerse. Subir el tono de voz para apoyar una sinrazón. Ese quitarse la palabra .Ese hablar todos al tiempo, sin respetar turnos. Ese guirigay, ese gallinero televisivo o radiofónico, le quita categoría a las tertulias además de hacerlas incomprensibles
.
Al fin y al cabo elegimos escuchar a gente preparada, a personas cultas que pudiesen aportar o aclarar ideas .Esclarecer conceptos. Tener una visión más amplia de todo lo que está pasando a nuestro alrededor, que no es poco.

Si hubiésemos querido otra cosa, estaríamos viendo Gran Hermano. Ahí no llego. Seguro que no. Lo prometo.

1 comentario:

mia dijo...

Aún les has dado más variabilidad de la que yo les encuentro... para mi, tan solo son un ring de insultos cruzados, nadie dice ni ten siquiera... "YO SOY BUENO", es mucho más importante insistir en que EL OTRO... es realmente malo...:(